Los Brujos es una banda argentina de rock alternativo que encabezó, a principios de los ’90, el denominado «Nuevo Rock Argentino», según la prensa especializada.
Decir que hacían (y aún hacen) rock alternativo, no les hace justicia para nada, puesto que la banda tenía la particularidad de innovar disco tras disco, y dentro de ese cóctel había pop, beat, punk, new wave, grunge, música disco, hardcore y mucho más.
Ellos mismos definieron a su género musical como «beatcore», explicándolo de la siguiente manera: «Hacemos un mix entre música beat psicodélica y hardcore y beat’».
El sexteto se formó en 1988 en Turdera (Temperley, sur del Gran Buenos Aires), entre la fusión de dos bandas vecinas del barrio: Salto al Vacío y Los Pastrellos.
Con su conformación lista, sus integrantes fueron Gabriel Guerrisi y Fabio «Rey» Pastrello en guitarras, Alejandro Alaci y «Ricky» Rúa en voces (por entonces, tenían dos cantantes), Sergio «Lee Chi» Moreno en bajo, y Quique Illid en batería.
Su propuesta, desde su arranque, no solo fue original en lo sonoro, sino también en lo estético, con fuerte presencia de lo performático en sus shows, inspirado, por ejemplo, en Kiss y David Bowie.

Ricky Rúa falleció de cáncer en 2016.
En la mira de Daniel Melero
Luego de una presentación en el recordado boliche de rock Cemento, el músico y productor Daniel Melero les propuso grabar su primer álbum.
Esa obra se llamó «Fin de Semana Salvaje», que estuvo sobrecargada de espontaneidad y canciones bailables, y que además contenía el hit «Kanishka», himno generacional de la denominada «Movida Sónica».
Dicha obra se convirtió en disco de oro, y el éxito los catapultó a lugares insospechados en un principio como, por nombrar alguna, telonear a Nirvana en 1992, en el Estadio de Vélez Sarsfield.
Por cierto, para muchos de los asistentes y la prensa los locales fueron los «claros vencedores sobre el escenario» de aquella velada, derrochando calidad y energía, y que hasta dejó a posteriori el famoso mito de que los de Seattle oyeron esa noche el riff inconfundible de «Kanishka», y lo «tomaron prestado» para un tema de su disco «In Utero», que casualmente fue lanzado un año después.
En 1993, grabaron su segundo álbum, el magistral «San Cipriano», pletórico de originalidad y matices en todas sus canciones, pero que además implementó el llamado «sonido subjetivo» propuesto por Melero.
Dicha grabación se realizó con micrófonos pegados en diferentes partes de los cuerpos de los músicos, para tomar el sonido en movimiento: «La música se mueve», planteó el productor, y se movió de forma maravillosa.
Además, contó con una estética chamánica alrededor, basada en libros de conjuros y hechizos. Este disco, aunque no obtuvo el impacto mediático de su predecesor, también llegó a la certificación de Oro (20 mil copias vendidas); fue aclamado por la crítica especializada, y derivó en la Gira Caníbal, por 30 ciudades argentinas.
La gran obra maestra
Luego se avecinó el siempre fundamental trabajo bisagra: el tercer álbum, con los que los «hechiceros» no fallaron.
Tal obra fue titulada como «Guerra de Nervios»: si en la primera obra todo fue diversión, en la segunda hubo «brujerías y gualichos», el concepto del tercero se centró en una temática de ciencia ficción, explorando conceptos como viajes espaciales y aventuras futuristas.
El disco fue meticulosamente grabado en los prestigiosos Estudios El Pie de Buenos Aires, entre los meses de julio y septiembre de 1995, producido por la misma banda. Y vio la luz en la primera semana de diciembre del mismo año.
La ceremonia musical se inicia con una introducción instrumental más que adecuada llamada «Victoria», y de ahí en más se desata una frenética «Guerra de Nervios», con la vertiginosidad de «Psicosis Total», el gancho instantáneo de «Atlánticos», y el viaje galáctico de «El Detonador».
Para el caso, todos y cada uno de los temas se incrustan en el inconsciente rápidamente, con esas melodías «embrujadas» que el ensamble vocal entre Robo Yi (Alaci) y Mala Yi (Rúa) manejan a la perfección en la obra.
Otra de las grandes virtudes del combo siempre fueron las variantes, es así como aparecen luego tracks magníficos como «Azul Lucero», con el aporte fantástico en percusión de Andrea Álvarez; sin duda, una obra muy lograda y probablemente se trate de uno de los picos del rock argento de los 90.

La banda de zona sur en clave de brujos.
Un admirador de lujo
Entre tanto, también cabe mencionar a la canción «Reina en las Nieves», un hilo conductor entre canción y canción, un instrumental muy fino en el cual aparece como invitado uno de los máximos referentes de la música en habla hispana: el recordado Gustavo Cerati, quien dejó su sello con una línea muy sensible de guitarra (también grabó solo de guitarra para “El Detonador”).
La relación entre el astro musical y el grupo, comenzó en la grabación de «Fin de Semana Salvaje», ya que era amigo de Melero, y este le expresó a la banda que lo había invitado a grabar. Le dijo: «Espero que no se molesten». La banda no sabía si era broma, ya que ellos eran fanáticos del músico y no podían creer que sucediera que, de ir a verlo tocar en vivo, de pronto grabara con ellos en un estudio.
«Vino, saludó, agarró la guitarra de Gabriel y tocó el tema así de una, no le dijimos ni en qué tono estaba», luego recordó Pastrello. Al final, Cerati grabó para ellos en el primero y en el tercer álbum.

Gustavo Cerati junto a Los Brujos en la grabación.
En 2022, el periodista Nicolás Igarzábal, quien escribió el libro «La Bomba Musical», opinó sobre Los Brujos y su relación sonora con quien fue líder de Soda Stereo.
«Los Brujos era la banda que más arriesgaba desde lo musical y lo visual también, hasta fue la primera banda argentina que tuvo una página de internet, cuando el universo de la web recién comenzaba», expresó el biógrafo.
Si de análisis se trata, la banda de sur del conurbano bonaerense fue de las más jugadas, adelantada y original de toda su generación en Argentina, razón más que suficientes para que Cerati los admire.
Con Rúa aún con vida (falleció en 2016), Los Brujos regresaron en 2014 a los escenarios para quedarse actuando con asiduidad hasta estos días.
Claro que el recuerdo y el legado imborrable de su frontman principal, figura fundamental en esta espeluznante historia de rock.
Fuente: Musicas del mundo
Autor: Leonardo Bruno
