Se cumplen 39 años de Oktubre, el hito del rock nacional

«Mi Dios no juega dados, quizás… esté a mi favor»

Hace 39 años, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota lanzaba OKTUBRE, su segundo disco de estudio, una obra que se transformó en un punto de inflexión tanto para la banda como para la historia del rock argentino. Publicado el 4 de octubre de 1986, el álbum consolidó la identidad artística del grupo y reflejó, con un tono oscuro y crítico, el clima político y social de la época posterior al retorno democrático. 

Con innovaciones sonoras y un concepto ideológico definido, Oktubre se convirtió en el trabajo más emblemático del grupo liderado por Carlos “El Indio” Solari y Skay Beilinson. La placa incluye canciones que hoy son clásicos del repertorio nacional, como “Jijiji”, “Semen Up”, “Ya nadie va a escuchar tu remera”, “Motorpsico” y “Preso en mi ciudad”. Además, estableció una estética visual inconfundible creada por Ricardo “Rocambole” Cohen, inspirada en el arte de la Revolución Rusa y en la obra de Antonio Berni.

El disco fue grabado en los estudios Panda con Osvel Costa como técnico y significó el despegue definitivo de una banda que un año antes había publicado Gulp, un debut grabado en pocas horas. Con nueve canciones y un sonido más elaborado, Oktubre abordó temáticas vinculadas a la Guerra Fría, los medios de comunicación y los excesos de los años ’80.

En ese entonces, la formación se completaba con “Semilla” Bucciarelli en bajo, Tito Fargo D’Aviero en guitarra, Willy Crook en saxo y Juan “Piojo” Ábalos en batería. Poco después, varios de ellos dejarían el grupo, dando paso a Sergio Dawi y Walter Sidotti.

“Tardamos una semana en grabarlo, mientras que Gulp lo hicimos en cinco horas”, recordó Tito Fargo en diálogo con la agencia Télam en el año 2016. “Hubo una búsqueda de audio que marcó tendencia. Fue un disco más frío y cerebral”, explicó el músico, en contraste con el carácter más espontáneo de su antecesor.

Por su parte, Crook, fallecido en 2021, señalaba que el uso de efectos dio al álbum una atmósfera particular, aunque en su momento generó discusiones en el estudio. “El técnico se había comprado un aparato de reverb y se lo ponía a todo. Ahora lo escucho y me gusta el disco, pero en su momento salía frustrado”, admitió en aquel entonces.

La densidad sonora y lírica de Oktubre acompañó el cambio de ánimo social del país: del entusiasmo democrático inicial al desencanto provocado por la crisis económica y las tensiones políticas. A la vez, consolidó el crecimiento de la banda, que pronto se transformaría en la más convocante de la Argentina.

El arte del disco, a cargo de Rocambole, fue clave en esa identidad. “La mayor parte de la trayectoria gráfica de Los Redondos se basó en un concepto previo. Mi tarea consistió en hacer visible lo que musical y poéticamente pensaba el colectivo artístico”, explicó el artista. “Ese disco significó la difusión de mis trabajos visuales de una manera que jamás podría haber imaginado. Las imágenes se transformaron en íconos populares. ¿Qué más puedo pedir como reconocimiento?”, agregó.

A casi cuatro décadas de su lanzamiento, Oktubre sigue siendo una obra referencial del rock nacional, no solo por su contenido musical y poético, sino también por el espíritu de independencia y compromiso que definió a Los Redondos.

Fuente: Cronica