35 años de Canción Animal: el rugido eterno de Soda Stereo

A tres décadas y media de su lanzamiento, el quinto álbum de Soda Stereo no solo consolidó a la banda como referente del rock latinoamericano, sino que también capturó el pulso de una generación en plena transformación.

El 17 de septiembre de 1990, Soda Stereo lanzaba Canción Animal, un disco que marcaría un antes y un después en la historia del rock argentino. A 35 años de aquel momento, el álbum sigue sonando como una declaración de principios: directa, poderosa y cargada de sentido artístico.

Para entonces, la banda ya no era una promesa: había pasado de la frescura pop de Nada personal a la madurez sonora de Doble vida. Esa evolución constante, marcada por una lectura aguda del presente y una apuesta a la experimentación, encontró en Canción Animal su obra más visceral y trascendental.

Un cambio de época

Los años 90 arrancaban con una fuerte carga simbólica: la caída del Muro de Berlín, el avance de la globalización y una nueva ola cultural que mezclaba pasado y futuro. En Europa, el fenómeno del “Second Summer of Love” y el auge de Mánchester como capital musical combinaban electrónica, psicodelia y rock.

En ese contexto de revisión e innovación, Soda se despojó de artificios. Abandonaron los peinados excéntricos y los trajes llamativos para abrazar una estética más sobria, con reminiscencias sesentosas, al estilo británico. Lo mismo sucedió con el sonido: batería, bajo, guitarra y teclados usados con mesura.

Canción Animal respiraba rock desde las entrañas. Un disco con espíritu de power trío, orgánico en su ejecución y potente en su mensaje. Los demos nacieron del Akai MPC60 de Gustavo Cerati y, entre zapadas y giras, fueron tomando forma hasta cristalizarse en los estudios Criteria de Miami, mientras se jugaba el Mundial de Italia ‘90.

Herencia, ruptura y síntesis

Musicalmente, el álbum bebía de varias fuentes: el rock nacional de los 70 (Pescado Rabioso, Almendra, Vox Dei), pero también de bandas contemporáneas como The Stone Roses o Happy Mondays. Esa mezcla entre lo retro y lo moderno, entre raíces e innovación, marcó una diferencia respecto a los discos anteriores de Soda.

Canciones como “De música ligera”, “Hombre al agua” o “Un millón de años luz” siguen siendo himnos generacionales. Y no es casualidad: el disco supo conectar con los fans de siempre, conquistar al público joven y ganarse el respeto de una crítica que antes los tildaba de banda pasajera.

Un hito para el rock argentino

El impacto fue inmediato. En diciembre de 1990, Soda se convirtió en la primera banda argentina en llenar un estadio de fútbol en democracia: Vélez Sarsfield. Luego, rompieron otro molde: llevar su show completo —escenario, luces, sonido— por todo el país, más allá de los circuitos clásicos de Buenos Aires, Córdoba o Rosario.

Fue un paso clave para federalizar el rock nacional y acercarlo a miles de jóvenes que hasta entonces solo lo veían por televisión. El broche de oro llegó en diciembre de 1991, cuando más de 250 mil personas colmaron la Avenida 9 de Julio en un show gratuito que selló para siempre la leyenda.

 

El último rugido de una era

Canción Animal no solo elevó a Soda Stereo al Olimpo del rock latinoamericano. También marcó el fin de una etapa donde la música aún era vista como herramienta de transformación personal y social. Con los años, el avance del neoliberalismo cultural fue erosionando ese vínculo, pero el disco quedó como un testimonio del poder creativo de aquellos tiempos.

A 35 años de su lanzamiento, Canción Animal sigue siendo una obra esencial. Un rugido inolvidable que nos recuerda hasta dónde puede llegar el arte cuando se lo escucha con el corazón.

Fuente: Estacion K2