El “Cura rockero” y su misión divina: de grabar “Falopero” con Pity Álvarez a su fanatismo por Tom Petty

El Padre César editó un EP con la colaboración del exViejas Locas, Daniel Melingo, Juanse y Rolo Sartorio (La Beriso), entre otros

“En una entrevista, Daniel Malnatti (ex CQC) me preguntó cómo se llamaba mi proyecto musical, y le dije: ‘El Padre César’. Pero los músicos del grupo se presentaron, y le contaron que ellos eran ‘Los Pecadores’. Desde ese momento, esto se llama El Padre César y Los Pecadores. Y yo soy el primer pecador”. A fines de noviembre, apareció en las plataformas digitales de música Cambio de planes, el nuevo trabajo discográfico de César Scicchitano Tagle, más conocido como “El cura rockero”. Se trata de un EP, compuesto por seis temas, en el que colaboran figuras del rock argentino del calibre de Juanse, Rolo Sartorio (La Beriso), Piti Fernández (Las Pastillas del Abuelo), Daniel Melingo, Barby Blues y Pity Álvarez, quien grabó “Falopero”: primer single de este repertorio.

Además de la Justicia, la sociedad argentina condenó a Pity Álvarez. Pero aún existe la sensación de que la escena local de rock se guardó en silencio. ¿Está de acuerdo?

El rock no se calló, conoce la situación. Por eso no opinó al pedo, ésa es la diferencia. Lo que no quiere decir que lo que pasó estuviera bien. “Falopero” es la palabra con la que se estigmatiza al que padece una adicción. Detrás de ella, hay un ser humano que tiene mucho para dar en la vida y que merece una oportunidad. Pity encarna a toda esa gente, y, más que comentarios, recibí agradecimientos por hacer una canción que no juzga ni condena. Fue un bálsamo para muchos.

¿Cómo fue el trabajo a cuatro manos con él?

La idea inicial era invitar a cantar a algunos de los músicos que sé que lo quieren: Calamaro, Fito, Cordera… Pero al final lo llamé a él. La letra y música de la canción es mía, y lo mismo pasa con las otras. Cambio de planes es un disco sobre los asuntos cotidianos.

¿Cuáles asuntos?

“Hora de elaborar el duelo” está inspirada en los duelos. Tenemos duelos sobre todo en la vida: un ser querido que perdés, una mascota que tenías, una pareja, un trabajo que amabas, tu país. Y Barby Blues era la voz indicada para cantarlo. También está “Me quedé sin tu amor”, con Rolo. ¿Quién no se quedó sin un amor? Caminabas con alguien en la vida, y de pronto ya no tenés más ese WhatsApp a la mañana. “Ave de paso”, con Melingo, tiene que ver con la chifladura, y “Diván”, con Piti, es acerca de ese momento en el que uno puede ser juzgado, difamado o blasfemado por algo, y no tuvo nada que ver.

En la canción “One”, de Metallica, un soldado le pide a Dios que le quite la vida, en tanto que Fito metaforiza en “Ciudad de pobres corazones”: “Maldito sea tu amor, tu inmenso reino y tu ansiado dolor”. Cuando compone, ¿lo hace en función de la fe?

Soy un ser humano común que escribe canciones. Lo que me pasa es lo mismo que le pasa a cualquiera. En su paso por Galilea, Jesús era un laico que se vinculaba con lo cotidiano. En mi vida también convivo con lo cotidiano, y le pongo optimismo. Siempre hay una salida para todo lo que está pasando. Aunque no lo nombre, Dios está. Si no lo nombro, igual llega. A mí no me sale cantar: “Jesús, Señor, dame luz”. Yo vibro desde otro lado.

El título del disco no se refiere al pasaje bíblico Jeremías 29:11, en el que el Señor versa sobre los planes de bienestar que tiene preparados para la gente, sino que fue elegido a raíz de una circunstancia terrenal. “Gustavo Bolsa González (ex batero de Pappo), productor del disco, me llamaba todo el tiempo para decirme: ‘Padre: hay cambio de planes’, tanto para grabar como para ensayar”, evoca el sacerdote, previo a comandar la última misa del día en su parroquia. “Y es que la vida es un constante cambio de planes. Amanecés de una manera, y no tenés idea de lo que pasará en el resto del día”. De lo que sí está seguro este rockero de Dios es de la línea musical que deseaba para el EP. “A mí me gusta Tom Petty, y ese sonido está presente en el disco, al igual que la balada al estilo de Joss Stone”, ilustra. “Eso me ayudó a enriquecer el rock que traigo escuchado, tocado, compuesto y exhibido al público”.

Hay discos suyos en los que se probó en distintos géneros e incluso se dio a conocer en 2013 por un tema del palo electrónico, “Yo quiero un Papa latinoamericano”, con el que además advirtió que el próximo Sumo Pontífice sería de esta parte de Occidente.

También tengo un disco dedicado a la Virgen, y me pidieron otro con versiones nuevas de canciones tradicionales de la Iglesia. Y los llevamos adelante con la misma pasión con la que hice éste. Era otro momento de mi vida, pero siempre cuidando la calidad artística. Un día le preguntaron a Ray Charles sobre los estilos que tocaba, y él respondió: “Yo soy todo eso”. Lo mismo me pasa a mí. Aunque si algo me gusta en esta vida es rockear.

Salvo por la banda española La Voz del Desierto o su proyecto, al menos en habla hispana no existen artistas religiosos de rock de origen católico. De hecho, el género está más relacionado con el cristianismo protestante. ¿Es consciente de esto?

Si bien es hermoso escuchar a Bach, a Mozart y a Brahms, de quienes también me nutro, en la Iglesia siempre se pensó que era lo único. Y no es así. Hay canciones que te conectan con ese mundo interior. Nosotros en la Argentina tenemos el disco La Biblia, de Vox Dei, y ellos lo hicieron dentro de un marco católico. O Cristo rock, de Raúl Porchetto. Siempre existió cierto temor a vincularte con seres humanos que viven las cosas de otra manera. En lo personal, no sólo no le tengo miedo a ese mundo, sino que me siento parte de él.

¿Y qué le dice la institución a la que representa sobre su decisión estética? ¿O el hábito no hace al monje?

La Iglesia adhiere a lo que hago porque es otra forma de estar en el mundo. Además, no me dedico a vender falopa ni a la trata de personas, yo me dedico a hacer música, a estar en el ambiente e la música, donde hice muchos amigos. Al morir Pappo, fui a rezar al cementerio, y cuando llegué todos estaban en un acto de oración tremendo. Lo mismo pasa cuando me piden que vaya a bendecir un estudio o un disco. Si sacara un libro sobre los casos de los que fui testigo, tendría varios tomos.

Debería hacerlo…

Eso es para el ego, y no le quiero dar de comer.

La Iglesia siempre estuvo más cerca de exorcizar al que escuchaba metal que de reivindicar a la cultura rock.

Lo peor que puede hacer un ignorante es meterse a opinar. Eso hace mucho daño, y encima cuando el que opina tiene poder. A mi parecer, las baladas del metal son las más lindas que hay. Donde hay un ser humano de por medio, no puedo estigmatizar porque ahí está Dios. Y el sol sale para todos. 

Quizá por ese estigma castigador, el catolicismo perdió feligresía. Este disco suyo aparece en una época escéptica en la que un milénico o un centennial prefiere encontrar respuestas en el sincretismo, los registros akáshicos, la lectura del tarot o el horóscopo. ¿Cómo vive esta crisis institucional?

No es que la gente no crea, pero el modelo de comunicar de la Iglesia es viejo. Eso no le nutre a nadie en lo cotidiano, eso es lo que pasa. Es cierto que hay otras opciones que antes no era tan populares o que no estaban. Respeto al que cree en el tarot, el horóscopo o cualquier otro camino que elija para evolucionar como persona. Yo encontré este camino, pero no voy a obligar a nadie a que lo siga. La enseñanza que hace 2.000 años no dejó Jesús sigue estando, y aún nutre mi alma.

Si Jesús promovió la humildad, ¿por qué usted firmó con una multinacional? Es una elección ostentosa.

La multinacional es un concepto que no me aleja de tocar para los pobres. Me parece que esa decisión me permite llegar a mucha más gente. Lo de ser una estrella o de creértela es un tema de cada uno. Estoy convencido de lo que hago, y el escenario salgo a devorármelo. También entiendo que no soy sólo música, sino un montón de cosas que hacen a mi ser. Si estoy en Sony Music es porque soy amigo de su presidente. Muchos de los curas villeros celebran que haya sacado el disco a través de este sello.

Cuando El Padre César afirma que el rock le llegó de chico, no es ningún símil. Arrancó a tocar de forma autodidacta en el piano de su madre y su abuelo, y poco después entró en el conservatorio. A los 15 años armó su primer grupo, y a partir de ahí tuvo dúos, tuvo de todo, según él mismo repasa. Tras curtir la calle, sin rumbo alguno, se copó con la labor de los curas. Y a los 22 entró en el seminario. Se ordenó en el Clero diocesano, es por eso que se autopercibe como un “todoterreno”. Previo a terminar la cursada, otro hermano lo animó a retomar la música. Era un don que no podía evadir. Entonces llegó a la parroquia de Sacratísimo Corazón de Jesús en Villa Luro, donde conoció al Negro García López, cuya hija iba a tomar la comunión. Le terminó produciendo su primer disco, que nunca vio la luz. Aunque fue el inicio de este viaje.

¿Cómo se ganó el apodo de “El cura rockero”?

A medida que llegué a los lugares, me abrieron las puertas. No sólo me trata bien la elite del rock argentino, sino también el under. Me mandan sus demos para que los escuche. Estoy en el lugar que creo que tengo que estar. Tengo la certeza de que Dios me quiere acá, que no me quiere dentro de una parroquia.

¿Y Dios no lo quiere también en el Cosquín Rock o en el Quilmes Rock?

Ya llamarán. El teléfono funciona. 

¿Cómo es su circuito de shows?

Ahora estamos ensayando duro en esta etapa. En marzo haremos un show muy grande en la provincia de Misiones. Aclaro que la entrada de mis recitales es paga. Mis músicos viven de la música, no puedo pedirles que lo hagan por amor al arte o que armemos una cooperativa. Está bueno solventar la cultura.

Fuente: Rolling Stone