A 25 años del primer disco del grupo, «A 15 cm de la realidad», El Mono y Maikel hablan de la vigencia de un álbum que marcó a fuego a la banda. Y del show celebratorio que harán el sábado 1 de julio en Sala de las Artes
Cuando en 1998 Kapanga editó su primer disco, no era muy frecuente sentir ritmos latinos y tropicales en las bandas de rock. Por supuesto que Los Fabulosos Cadillacs, Los Auténticos Decadentes y otras bandas habían hecho mucho al respecto, pero en «A 15cm de la realidad» Kapanga le agregaba el condimento del cuarteto cordobés. “Bon que Bon”, “Me mata”, “Amor de mañana”, “Amor secreto” y “Agujita de oro” son algunas de las canciones que la banda incluyó en su ópera prima y que la Mona Jiménez tenía en su repertorio. También hay una versión de “Hombre gato”, que popularizó Ricky Maravilla. En el medio, composiciones propias atravesadas por elementos de la cultura popular (Caballero Rojo de Titanes en el Ring), la música argentina (Soda Stereo en “Ramón”) y hasta Deep Purple e Iron Maiden. Y “El mono relojero”, aquella canción hit en la que le decían “se te nota fachistoide” y “andáte a dormir vos” al por entonces gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, que quería cerrar los locales nocturnos de la provincia a las 3 de la mañana. Al cumplirse 25 años de la salida del primer disco de Kapanga «A 15 cm de la realidad», la banda lo festeja tocando el disco completo en una gira por todo el país. El 1º de julio actúan en Rosario en la Sala de las Artes.
En diálogo con Zoom, Martín “Mono” Fabio (voz), y Miguel “Maikel” De Luna Campos (guitarra) brindan detalles de cómo se hizo su primer disco y por qué revisitarlo 25 años después. “Nosotros jugamos la primera mano con el ancho de espadas” dice el Mono y luego bromea diciendo que lo que querían era “no trabajar”. Maikel aporta que “musicalmente hablando creamos nuestro propio estilo, el primer álbum fue el nexo con el cuarteto cordobés, que era lo que tenía en la cabeza el Mono con Balde (bajista original” y después la fusión con el rock”.
Mono: Fuimos un poco resistidos por el establishment rockero, pero no por los colegas, sino por los medios de comunicación. Íbamos a radios y nos decían está buenísimo, pero nos hace un poco de ruido el acordeón. No nos entendían, pero bueno, 25 años después, por fuerza o porque nosotros fuimos cabezas dura, nos tuvieron que entender.
¿Cómo creen que envejeció el disco?
Mono: es como si fuésemos a presentar un nuevo disco 25 años después, nosotros con 25 años más, con canciones que son inoxidables también. O sea, hay seis, siete canciones de ese disco que hoy las podemos poner en cualquier show y la gente la celebra como si fuese la última canción nueva. Son clásicos.
Maikel: Para nosotros es el disco más punk de Kapanga, porque está incluso todo hecho mierdaa y saturado. Pero era lo que sabíamos en ese momento. El desafío era traerlo a este momento, con otros equipos, con un montón de años encima también, pero que siga siendo parte igual de los shows de Kapanga como son ahora. Y me parece que lo logramos.
“El Mono Relojero”, por ejemplo, ¿cómo se lee eso hoy? ¿Lo tienen que explicar o es solamente una canción que sirve de canción?
Mono: Si tendríamos que explicar muchas veces a qué se refiere la canción, hay mucha gente que no tiene idea, para mucha gente es una canción y para nosotros es una señal de resistencia, es nuestra primera canción que se hizo pública o que sonó en algún lado con un mensaje que para el contexto de esos años estaba pasando, en ese momento, no es que había pasado hace cinco años desde una ley que coartaba la libertad de un montón de gente que tenía la noche como fuente de trabajo. O sea, era en ese momento, la ley fue del año 97, y empezó a sonar a fines de ese año y principios del 98 con la cosa muy caliente. Nosotros íbamos de giras todos los años a la costa y llevamos ese verano El mono relojero grabado en un CDR. Íbamos a todas las radios del partido de la costa y pegábamos el corte y decíamos mirá somos los Kapanga, este es el corte de difusión y así fuimos siendo nuestros propios difusores. Por ahí panfleteábamos a la noche, salíamos a pegar afiches con las giras y como todo se paraba a las tres de la mañana, salían los pibes de los boliches cantando la canción. Algo iba a pasar. Teníamos ganas de correr a los pibes y decirles somos nosotros. Nos dio mucho resultado porque la verdad la gente se fanatizaba. Porque tocábamos en Santa Teresita y se movilizaban desde San Bernardo, San Clemente, Mar de Ajó. El partido de la costa nos dio muchas satisfacciones y aparte nos dio mucho reconocimiento.
Maikel: Era cómo funcionan las redes ahora, pero de una manera analógica. Porque tocabas en un Mar de Plata y había gente de Mendoza, de Neuquén, que estaban de vacaciones. Era genial porque te podía ver un montón de gente de todo el país y decían que hay unos locos que están tocando una cosa que está buena. Y bueno, funcionaba así.
Además, vendían discos…
Mono: Fue disco de oro. Fue uno de los últimos años donde todavía se vendían CDs. Después del 2000, 2001 ya la industria discográfica se empezó a ir a pique en la venta de discos. Nosotros en ese año 98 fuimos creo que la única banda que fue disco de oro de lanzamiento. No la podíamos creer, porque era un logro 35 mil discos. Pero pensás automáticamente cualquiera de los pibes que suenan ahora nuevos y tienen un billón de reproducciones. Y vos decís boludo, 35 mil no es nada. Para ese momento 35 mil era un montón.

Ayer estuvieron en el homenaje a Maxi Rodríguez. ¿Qué sienten que sus canciones lleguen a las canchas siendo tan futboleros?
Mono: La primera canción que cantó una hinchada, que se hizo popular, masiva, también fue El mono relojero, una versión de General Lamadrid. Estaba en esa época estaba el programa de tv El Aguante, donde había un ranking de las hinchadas y nosotros ahí estuvimos varias semanas. Estuvimos más en el ranking de El aguante con El mono relojero, que en el ranking de MTV. Y después “Me mata”, “La caravana”, cada vez que aparece en las noticias Ramón Díaz suena “Ramón” después te vas a acostumbrando, pero la última que me sorprendió fue una hinchada de Japón, con El mono relojero. La cantan mejor que nosotros.
¿Cómo llegaron a grabar el disco?
Maikel: Es un disco que nosotros para grabarlo no teníamos dinero y nos fiaron el estudio el señor Amilcar Gilabert y Hugo Arizmendi, que eran socios en un estudio que se llamaba Sonar, en Valentín Alsina, y nosotros ya habíamos trabajado con él, con otra banda.
Mono: Fueron Mafia (batería) y Balde a hablar con Amílcar, a decirle que queríamos grabar el disco, que no teníamos un peso y lo pudimos pagar dos años después. Crack total, nos hizo la gamba, tampoco fue que, bueno, vengan, utilicen el estudio. Nos dijo tienen cuatro días de lunes a jueves para grabar.
Maikel: El trato era que cuando se lo podíamos vender a una compañía, ahí pagamos el disco y él se ve que vio algo.
¿Y ustedes tenían experiencia en el estudio?
Mono: Yo cero, ellos sí, Michael tenía experiencia. Yo cuando entré al estudio por la primera vez me ponía delante de un micrófono, era la primera vez que me ponía unos auriculares, que iba a grabar y cuando salió mi voz, me escuché amplificado en el auricular, me escuchaba tan perfecto todo que dije, bueno, ahora voy a mostrar todos mis dotes de cantante. Yo era Sandro, era a Pavarotti. Y hoy me escucho y digo, mis compañeros que gente mala ¿Cómo no me decían que estaba tan mal?
Maikel: (Ríe) Fue así, él lo cantaba como, por ejemplo, se canta «La Bamba» (afina y pone voz bien grave) ‘Para bailar La Bambaaaaaaa’, pero que, bueno, en el estudio no se canta así, vos cantás como cantás vos.
Mono: «Ramón», que es la que más me duele porque aparte me encanta y porque es clasicazo. Pero bueno, a mí «Ramón» me duele. Yo le escucho en la radio cuando la pasan en algún lado y me duele, o sea, digo, ay, no, ay, ahí voy a cantar el estribillo. He ido a radios a decirles que cambien la versión y no la cambian. Pero bueno, pasaron 25 años y tengo un montón de revanchas.
De todos modos, más allá de lo técnico y de los errores, son canciones que le quedaron a la gente.
Mono: Exactamente.
Maikel: Todo lo que vino después fue consecuencia. Nos abrió las puertas a hacer lo que le gusta a todos los músicos, que es crear, grabar discos, videos, no es una cosa ridícula, seguir viajando después de ya 30 años, 28 años que llevamos tocando.

Hay otra cosa del disco, que es la cultura popular. Ustedes son de cultura popular y en ese disco está desde Deep Purple, Titanes en el Ring, La Mona Jiménez, Iron Maiden, Ricky Maravilla o Soda Stereo.
Mono: Claro todo a la licuadora. Nadie se animó a tanto como nosotros a hacer el solo de «The Tropper» de Iron Maiden con un acordeón.
Maikel: Y lo de Soda Stéreo, nos contaron los Divididos que les había caído un poco mal. Sentían como que nosotros decíamos que eran re grasa porque el video terminaba con la cámara en el mantel y estábamos comiendo. Y Arnedo les explicó, son los Kapanga, son unos divinos, nada que ver. ¿Vos te los cruzaste, no?
Mono: Sí, yo me lo crucé en un evento un día y me acerqué a saludar, ‘hola Gustavo. Yo soy el mono de Kapanga’. Y me mira y me dice, ‘Ah vos sos el de ahí viene Ramón ¿no?’ Y me agarró, me pegó un abrazo y tengo justo el recuerdo, tengo una foto con Cerati. Después de ese momento me engancharon con él, así que, nada, no estaba tan enojado, se cagó de risa el chabón.
¿Qué creen que aportaron ustedes a la escena de los 90 y a la música argentina vinculada al rock en general?
Mono: Yo creo que un poco la mezcolanza de estilos, de no tener ningún tipo de pudor a la hora de la mixtura, ¿no? Nosotros por ahí estábamos acostumbrados a escuchar la mixtura de sonidos en Mano Negra, que si me hubiesen venido mucho antes de la Argentina, no tengo duda que hubieran metido una acordeón a piano, incluido al cuarteto cordobés como parte de esa música fusión que ellos hacían. Nosotros metimos el cuarteto dentro de una base de una banda de rock. O sea, no puedo decir que es cuarteto porque es un cuarteto deforme en realidad, no existía eso. Y después que nosotros salimos hubo otras bandas que se animaron. La Bersuit que iba más por el lado de la cumbia empezaron a incorporar un poquito, La bolsa por ejemplo. O sea, yo sigo a veces caminando por la calle y me dicen ‘eh Monito devolvé la bolsa´, creen que somos nosotros. Los Piojos con ‘Como Alí’ se animaron a coquetear con el cuarteto. Aparecieron bandas como Los Cagliari o Karamelo Santo, que ya venía de una mixtura más mano negresca, digamos. Por ahí nosotros después, no es que nos quedamos en esa fórmula en que todas las canciones de todos los discos pasan por meter todo adentro de una licuadora. Y así nos fue gustando… A cada estilo que abordamos, lo abordamos como si fuese un sello, si es Deep Purle, tiene que sonar como Deep Purple, si es Maiden, tiene que sonar como Maiden, si es cuarteto, tiene que sonar como cuarteto. En algún punto lo tenemos que interpretar, con el mayor de los respetos que tomamos todos los géneros.
Maikel: Lo que aportamos también es el desparpajo, decían son demasiados cuarteteros para ser rock, y demasiado rockeros para ser cuarteto. Y ese desparpajo, tocar con Horcas, Carajo, Árbol, todo mezclado. Eso también nos interesaba, esos festivales que no había.
Mono: Hicimos el camino también. En esa época las bandas tenían que dar ciertos exámenes para pasar de escalón. El primero era tocar en cemento, era ¡Wow! Cemento, tres cementos hicimos, El segundo paso era ir a Obras, hicimos tres Obras. El tercer paso, Luna Park. Hicimos tres Luna. O sea. Que fuimos escalando. Los que antes nos renegaban de que hacía ruido el acordeón, nos tuvieron que empezar a acompañar porque empezamos a formar parte de la vida cotidiana de la música nacional de alguna forma y hoy nos cruzamos a esa misma gente que hace 25 años, me decía que le hacía ruido el acordeón y le sigue haciendo ruido el acordeón jajajaj. Hace 25 años que no nos pasan ni una canción, o nos pasan una a las cuatro de la mañana, cuando están todos durmiendo.
Ustedes forman parte del cúmulo de artistas que logran algo muy difícil, que le gusta tanto a los grandes como a los chicos. ¿Por qué?
Mono: la verdad que yo a veces lo digo, me siento un poco de Caballero Rojo, Carlitos Balá, lograr el cariño del público grande y de los chicos, más que nada de los chicos porque el chico no tiene filtro, le gustás o no le gustás. Y a nosotros la verdad que en los últimos años cada vez más la cantidad de pibitos que nos vienen a ver con sus padres, con sus tíos, con alguien que los lleva y los acerca a nuestra banda, a nuestra música. Y así vamos a tener que durar un montón de años más para esos pibes. Y sino, inteligencia artifical.
Fuente: La Capital
