Perfil de Hector Horacio Chavez. Por Radio Urbana.
MI HEROE VIVO
Lo veo siempre al loco, siempre se junta con el viejo.
Así lo llaman, el loco Chávez.
De contextura delgada, pelo largo con rulitos.
Morocho el loco, siempre de pantalón de vestir negro, zapatitos negros y camisa blanca. De abrigo chaqueta camuflada tipo militar.
Lo primero que me llevo a creer interpretar el apodo fue que llego a la charla con mi padre y estuvo más de una hora dentro de la casa dejando su auto encendido.
Me dio la impresión de un tipo que está preparado para escapar rápido. Seria todo lo contrario.
En segunda oportunidad una nueva reunión me hizo notar lo mismo, esta vez le sumaba al coche encendido, la puerta del conductor completamente abierta durante dos horas.
Ya la siguiente me quede a charlar. De política hablamos.
No se queda quieto y en cada reflexión levanta la voz, totalmente efusivo.
Se para y se sienta constantemente, se acomoda el pelo a cada segundo, se desabrocha la camisa y cuando se sienta se la abrocha de nuevo.
Cuando se dirige a mí me dice – me entendés comando? – y así en todo el dialogo. Que apasionado.
Comenzaba a cerrar todo, el loco, el comando, es veterano de guerra de Malvinas.
El loco nació en San Nicolás de los Arroyos provincia de Buenos Aires, es hijo de madre soltera y tiene 15 hermanos.
Su madre Brígida Chávez, chaqueña, encontrándose siendo madre tan joven y necesitada de apoyo familiar, decide retornar a su provincia natal. Precisamente a Colonias Unidas, un pueblito muy humilde y pequeño del Chaco. Estando allí se da cuenta que no había posibilidades de trabajo, por lo que decide regresar a San Nicolás dejando a su pequeño en cuidado de sus abuelos, Anacleto Chávez y Santa Castillo.
Así transcurrió parte de su infancia, “criado y malcriado en el Chaco” a cargo de sus abuelos en el seno de un hogar humilde pero feliz. Sin embargo y afortunadamente pudo acceder a la educación. La primaria la curso en Colonias Unidas.
Cuando Horacio tenía 9 años, su madre trágicamente, pierde la vida electrocutada por una heladera.
Debido a la necesidad que abundaba en el chaco, es enviado a la provincia de Formosa para ser puesto a cuidado de otro familiar, su tía Elba. Allí, finaliza sus estudios secundarios en el instituto San José, de la ciudad Comandante Fontana, Formosa.
Transcurría el año 1980 y estando en vigencia la ley de servicio militar obligatorio, el joven Horacio con 18 años ya cumplidos sale sorteado con el número 942 para ser incorporado a la marina argentina, ingresando en principio, al regimiento la Liguria del Chaco. Luego es destinado a la plata provincia de Buenos Aires, al centro de incorporación y formación de infantes de marina (CIFIM) ubicado en parque Iraola. Allí él y sus compañeros transcurren 4 meses de instrucción militar, luego son trasladados a distintos puntos del país. El y algunos más, al ver que la ropa que les ha sido entregada para este nuevo viaje es de abrigo y los gorros tenían orejeras con lana, automáticamente deducen que el destino seria el sur del país. Y así fue, el destino era la isla de Tierra del Fuego, la ciudad de Rio Grande.
El 25 de mayo de 1981 llega a ese lugar desconocido e inhóspito.
Acostumbrado al calor de las provincias del norte, apenas en el suelo del aeropuerto de Rio Grande, descubre de inmediato las inclemencias del clima fueguino.
Una vez puesto a disposición del Batallón de Infantería numero 5 (BIM 5) de esa ciudad, él y sus compañeros reciben instrucción militar por algunos meses. Realizando campañas en las cercanías de las estancias fueguinas Pirinaica y San Julio. Horacio no le escapaba a eso, él siempre se consideró “Tropero” en el sentido de querer experimentar la milicia y había leído sobre las distintas guerras que cobijaba la historia mundial, pero pensando simplemente que el tiempo transcurriría de manera normal hasta cumplir con los plazos del servicio militar y conseguir la baja.
Martes 13
Una sensación de alegría lo invadió el dos de abril al enterarse de que el ejército argentino había tomado y recuperado las islas Malvinas, ocupadas ilegalmente por la corona británica. Por ese entonces ya estaba en contra del colonialismo.
A sabiendas de que el BIM 5 había sido designado para ir a Malvinas y conociendo que se estarían enfrentando a una gran potencia, el joven comando estaba cuidando la frontera de San Sebastián, el límite con Chile, tarea que correspondía al trabajo de los conscriptos.
Los días pasaron y la gran mayoría de los soldados del batallón ya habían sido trasladados a las islas.
El martes 13 de abril de 1982, en el último vuelo que llevaría un contingente de soldados a la batalla, Horacio era integrante de un grupo de 6 hombres que tomarían destino a Malvinas.
Ese mismo día ya en suelo malvinero se dirigieron desde el aeropuerto hasta puerto argentino, llamado puerto Stanley por los ingleses. En ese momento cuenta que abrumados por temperaturas de hasta 20 grados bajo cero, se sentían dentro de una película.
Caminaban los soldados y festejaban el paso por los lugares donde se había hecho el desembarco argentino en la operación rosario, pues hasta ese momento parecía ser un tour turístico con frio. El correntino, su camada, le decía: ¿acá tenemos que venir a morir nosotros? “no va a pasar nada! después charlamos correntino.” le dijo él.
Su sección había sido asignada a posicionarse en el monte Tumbledown.
Llegaron a ese lugar y ya en la montaña extremadamente cansados se dispusieron a armar el campamento, las posiciones, el comando de operaciones, la disposición de las armas, sus camas en pozos de zorro y montaron las guardias. La montaña fue una suerte de ferretería, los proveyó de rocas que les fueron útiles como materiales para la construcción de sus covachas. Explotando la instrucción que afortunadamente había recibido, todo esto aún no era tan grave.
Chávez fue asignado como apuntador de ametralladora, una MAG 60 que en la actualidad está obsoleta, con un cargador de 600 tiros y montada en un trípode el arma tenía un radio de 90 grados. La guerra del 82, para él, fue la última guerra convencional. Sin embrago, Inglaterra en ese entonces representaba ser una potencia en cuanto armamento y tecnología, por lo que la actitud y valentía de los soldados argentinos fue, como lo define, “un grito gauchesco”.
Primero de mayo
Todo transcurrió tranquilo hasta el día del trabajador, el 1 de mayo la isla comenzó a temblar. Los bombardeos aéreos de los ingleses se volvieron incesantes. Desde el monte Tumbledown los comandos observaban el combate en el cielo y de nuevo se sentían dentro de una obra cinematográfica.
Casi acostumbrados al hostigamiento permanente de la artillería naval británica, llegaron al punto de tomarlo naturalmente, escuchaban la alerta de ataque naval y se metían rapidito “como tatú” dentro de los pozos. Fogonazos constantes que no podían ser contestados por los argentinos al no poseer ese tipo de artillería. Su capacidad bélica se limitaba a devolver el fuego con morteros y ametralladoras.
Así durante días de batalla y enfrentamientos cargados de dolor, previo a varios intentos de tomar el monte, frustrados por el coraje argento, los ingleses finalmente traspasan Tumbledown.
El combate del monte Tumbledown es uno de los más emblemáticos de la historia y en él, como en otros como el de monte Harriet y monte London, abundan testimonios de hazañas cometidas por heroicos soldados argentinos. La guerra se perdió, pero de todos modos algunos aseguran bien en idioma criollo que; “les pegaron una buena chicoteada” en referencia a las tropas enemigas.
El comando en cada oportunidad que habla del combate, trae a la memoria y reivindica una gran lista de nombres de camaradas heroicos. Muchos heridos y otros muertos.
Lo más triste
Una vez que se perdió la posición del monte, el ambiente se llenó de incertidumbre. Chávez quedo solo con el correntino, se arrastraron hasta el comando arriba en la montaña en búsqueda de algún superior. Escuchaban que más allá se daba algún combate, pero del teniente y de los oficiales no sabían nada. “¿Lo habrán degollado?”.
Encuentran a un camada cordobés, que estaba encargado de las comunicaciones, muy shoqueado adentro del pozo. Lo tranquilizan mientras revisan que racionamiento hay para sobrevivir ahí dentro. El escondite bajo la tierra en la superficie estaba cubierto por un poncho de agua. Ellos desde abajo permanentemente escuchaban conversar en ingles al enemigo, en silencio y agazapados Horacio ve como el poncho que oficiaba de puerta del pozo es corrido lentamente por la punta de una bayoneta.
¡Manos arriba! En ingles, pero automáticamente interpretado, el loco y sus compañeros salen levantando las manos. La rendición se materializaba para ellos. Un gringo les dijo en español; “a partir de ahora ustedes son prisioneros de la corona británica y serán tratados bajo los tratados internacionales”.
Como olvidar las rojas nevadas del monte Towmbledon, escribió años después Horacio.
Prisioneros fueron desnudados sobre nieve cubierta de sangre por todos lados. Luego los llevaron caminando con las manos en alto, otra escena de película. Llegaron hasta donde estaban los muertos, los cadáveres ingleses dentro de bolsas negras apilados a un costado. En el otro nuestros muertos, entre ellos divisa a su camada Jorge Kim con la panza partida y los ojos morados. Para Chávez “Estaba muerto” pero afortunadamente no, los ingleses lo trasladaron a un centro de atención de guerra donde fue asistido y logro sobrevivir. Pero sin duda lo más triste fue “haber caminado por encima de nuestros compañeros muertos”. De este dolor surge otra frase que Horacio supo escribir por algún lado; “muchos de nosotros nos apoyamos en las tumbas de nuestros compañeros para superar los obstáculos que nos pone en frente la vida”.
Condecoración
Luego de que en el año 2015 el gobierno argentino a cargo de Cristina Fernández de Kirchner lograra la desclasificación de los archivos de guerra, los registros escritos de distintas situaciones de la guerra salieron a la luz. Entre eso muchas hazañas y actitudes heroicas ameritaron un reconocimiento.
Héctor Horacio Chávez fue condecorado por el ministerio de defensa con la medalla al valor en combate.
Dice el documento que en su condición de soldado clase 1962; “Formando parte de la Cuarta Sección de Tiradores de la Compañía Nácar del Batallón de Infantería de Marina 5 (Escuela), combatió “durante toda la noche (del 13 de junio de 1982) a distancia de cuerpo a cuerpo, bajo una abrumadora superioridad del enemigo, incluyendo fuego de su propia artillería, manteniendo el fuego de su ametralladora (una MAG, hasta agotar munición y continuando luego el combate como tirador (con su fusil FAL)”, también “hasta agotar munición, rindiéndose solo en cumplimiento de órdenes de su jefe de Sección”.
Comando no festeja tanto este reconocimiento, lo toma con una humildad envidiable y considera que paso tanto tiempo y que nunca lo espero, se alegra si del resto de las condecoraciones, “en Malvinas no hubo ningún rambo” “rambo es una película hubieron mejores que rambo” mis compañeros.
Sin dudas la desclasificación fue muy importante para conocer otras cuestiones que no tenían que ver con el valor en combate. Puntualmente para las denuncias de crímenes de lesa humanidad cometidos por oficiales argentinos a sus propias tropas.
El loco Chávez no es un ex combatiente de Malvinas. “soy un soldado del pueblo argentino, me debo a mi gente y a este camuflado que representa la sangre de mis compañeros”.
Fue protagonista en la reivindicación de leyes que favorecieron a los veteranos. Hasta el día de hoy demuestra participación y militancia social.
El comando, un combatiente de Malvinas.
